
Tobías y José María fueron siempre muy buenos amigos. Desde que se conocieron en el colegio nunca dejaron de verse ni de hablarse, a pesar de que estaban en cursos diferentes y jugaron muchas veces en equipos de futbol rivales. Sus gustos en cuestiones de cine, libros e historietas tampoco eran los mismos, pero esto, no daño el afecto que se tenían, ni hizo que se distanciaran. Al contrario, seguían jugando al beisbol, su nueva afición, todos los fines de semana y bailando en las discotecas del barrio con Nhora y Marina, sus lindas novias. Una noche José María se despertó sobresaltado, salto de la cama precipitadamente y corrió hasta la casa de Tobías, que vivía muy cerca. Al llegar hizo un gran ruido y despertó a todos, casi al instante bajo Tobías en pijama, con su alcancía en una mano y el bate de beisbol en la otra. ¿Qué te paso? ¿Alguien te viene persiguiendo? ¿Te metiste en líos y necesitas plata? ¡Estoy preparado para lo que sea! Le dijo con decisión, aunque sin poder disimular su angustia. No es nada contesto José María, es solo que tuve una pesadilla, soñé que unos ladrones entraban a tu casa y uno de ellos iba para tu cuarto con un cuchillo en la mano. Así que vine a ver si estás bien. Pero claro que estoy bien, no me ves dijo Tobías bastante alterado y nervioso. La verdad que te ves muy gracioso con ese bate y esa alcancía, pareces un loco de atar. En cuanto se repusieron de sus respectivos sustos, los dos amigos se echaron a reír y se dieron un abrazo.
Versión libre de una fábula de Fean de La Fontaine.